Semana 10



La importancia de las preguntas correctas

Daniela, una prima que vive en los lugares más recónditos de Bogotá, acababa de llegar de la Universidad, estudia enfermería. Se sentó en el la mesa para comer la paella que mi tía había preparado para ella. Había tenía “un día duro” y no quería hablar de ello, por lo que platicamos sobre películas y música. Luego de un rato, que parecía que todo había mejorado y ella estaba más tranquila, comencé a preguntarle por las horas anteriores.

— ¿Viste muchas materias hoy? —pregunté mientras metía una cuchara en su plata para robarle un poco de arroz.
—Sí, cuatro—me dijo, mientras levantaba y nuevamente bajaba sus hombros.
— ¿Y tan mal estuvo todo? —pregunté nuevamente.
—Sí, me fue mal en todo— respondió. Espere un rato y volví a preguntarle. — ¿En todo?, ¿estás segura? —. Ella me miró reflexiva.
—Bueno, en todo no, solo en anatomía y fisiología. No trabajaban y me fue muy mal por eso—me dijo. — ¿quiénes no trabajaban?, ¿tus compañeros, estaban en un grupo? — volví a interrogarla. 
Sonrió, quizá porque no esperaba esa pregunta y se alistó para responderme. —Sí, estaba con 4 compañeros y ellos no trabajaron nada. Nos fue mal. No me gustó la actitud de Laura—agregó. 

La miré y entendió que iba a preguntarle nuevamente. — ¿Qué no te gustó específicamente de su actitud? —. Ella me miró extrañada, se tomó tiempo para pensar. —El desinterés, no hacia las cosas con gusto, las hacía por hacerlas, eso afectó a todo el grupo.

Así continuó la conversación. Ella me siguió hablando de esa clase, de sus amigos y en general de la Universidad. Luego hablamos de su expareja, me explicó todo lo que había sucedido y para finalizar, hablamos de sus planes para su cumpleaños. Cuando la conversación cerró, ella me preguntó la razón de mis interrogantes, dijo que se había sentido un poco incomoda, como interrogada. Me dijo que había sido un poco raro que me fijara en los detalles de todas sus respuestas, pero que había sido bueno también, “me pusiste a pensar un montón, a veces no sabía que responder”, me dijo luego de reírse.

Después de explicarle un poco mi clase de investigación social, le conté que se trataba del metamodelo, que debía aplicarlo en una persona y que lo había hecho con ella. Mi prima pareció curiosa por el asunto, así que le expliqué con detalle en qué consistía:  

El metamodelo, como mencionó mi profesor Cobos, es un mapa muy útil de cómo funciona nuestro cerebro y que permite una comunicación efectiva entre las personas.  Lo que se hace con el metamodelo es acortar la estructura profunda para hablar con claridad. De igual forma, el metamodelo permite recuperar la información que no se verbaliza y que probablemente está oculta.
Imagen tomada de: pnlbarcelona

Partiendo de que toda comunicación humana es ambigua, lo que uno entiende no es lo mismo que el otro entiende, Richard Blander y John Grinder realizaron este modelo para recuperar la información perdida a partir de la realización de las preguntas correctas. Como afirmó mi profesor, saber que preguntas hacer hará la diferencia.

El metamodelo se divide en tres grandes categorías: omisión, distorsión y generalización. La omisión es cuando la persona elimina cierta información o la desecha porque la considera menos relevante. Por ejemplo, cuando me dijiste que ellos no trabajaban, pero no me especificaste a quiénes te referías.  Mi prima sonrió. Esperé un momento y le comenté de un vídeo que había visto en un canal de Youtube llamado “Enfoque Visionario” sobre el tema, para aclararle mejor el metamodelo y específicamente la omisión.

—Cuando alguien me dice cosas como  “deberías tomar vino porque es bueno para la circulación” —dijo el señor del video—yo podría preguntar ¿quién lo dice?, ¿una autoridad en el tema?, ¿los productores de vino?...saber de dónde proviene esa información es importante.

Dentro de la omisión también hay cierto tipo de divisiones. Una omisión, por dar algunas, puede ser por eliminación al sujeto, por uso de un verbo inespecífico, por eliminación de un detalle de importancia, por eliminación del sujeto u objeto en una comparación o por realizar juicios de valor sin saber quién los hizo.

La distorsión es cuando la persona añade la propia percepción a la situación, también se da cuando se realiza una afirmación en lo que se cree saber de alguien. Por ejemplo, cuando tú dices como “Laura me odia”, esa sería una distorsión, porque ¿cómo lo sabes tú exactamente?

La distorsión también tiene subdivisiones. Puede darse por: lectura mental, causa efecto, presuposición y/o por la relación de dos experiencias distintas. La lectura mental se da cuando haces una afirmación fundamentada en lo que crees saber de otra persona, como el ejemplo que te di sobre Laura. Causa y efecto se refiere al momento en el que relacionamos una causa exterior con un efecto en la persona. Por ejemplo, si alguien te dice algo como “los días soleados me alegran siempre”, lo que debes preguntar es cómo sabe que eso le hace sentir bien o por qué concretamente llega a esa afirmación.  La presuposición sucede cuando afirmamos que algo es cierto mucho antes de que suceda.

Finalmente, la generalización es cuando una persona hace común una cosa. De acuerdo con el curso de Practitioner de PNL 2003 – 2014 llevado a cabo por Esteban Cuellar, “las palabras del tipo “todos”, “cada uno”, “ningún”, “nadie”, “siempre”, “nunca”, etc. Son cuantificadores universales. Una señal de que la persona está generalizando sin observar las excepciones” (p.11, s.f.). Es decir, para dar un ejemplo, si uno dice: “TODOS los hombres son iguales” o “NADIE se ha visto esa película”, estaría cayendo en una generalización y es cuando uno debe entrar a preguntar ¿realmente todos son iguales?, ¿nadie ha visto esa película?
  
Así terminó la conversación con mi prima, ella se entusiasmó mucho con el tema y prometió contarme su experiencia, pues iba a comenzar a aplicarlo con sus amigos de la universidad. Quizá haga una bitácora contando su experiencia.

Retomando lo sucedido en la mañana soleada de nuestra clase de investigación social, comenzamos leyendo y viendo, como de costumbre, las bitácoras de nuestros compañeros. A lo que llegué al salón, sobre el tablero estaba la proyección de la bitácora de Mateo y Andrés Espinosa. Su video me gustó porque era diferente, ya que habían usado el fondo de la famosa sala de los Simpson. De igual forma, ellos contaron sus percepciones de las salidas de campo que habíamos leído la clase anterior y explicaron los temas vistos. Continuamos con otra bitácora, se trataba también de un video, esta vez de un compañero que había decidido hacerlo solo. El video de él estaba muy bien editado y además tenía mucho carisma, lo que hizo que al profesor Cobos y a muchos nos gustara. Finalmente, leímos una de las bitácoras que había sido escrita por nuestra compañera Natalia Medina.

En la clase también  hablamos sobre el metamodelo, método al que hice referencia a lo largo de mi bitácora. Finalmente para cerrar ya el escrito, me gustaría citar una frase del escritor inglés Samuel Johnson, la cual me parece que se relaciona directamente con el tema trabajado. Su frase dice textualmente: “el lenguaje es el vestido de los pensamientos”.



REFERENCIAS:


Curso de Practitioner de PNL 2003 - 2014. ProgramaciónNeurolingüística Lenguajes para el Cambio I El Metamodelo del Lenguaje. Esteban Cuéllar. Ed Metapublication.

El metamodelo. Tomado de la página web Crearte Coaching. Encontrado en: https://www.creartecoaching.com/el-metamodelo/

Enfoque visionario. (2016, julio, 28). Metamodelo-PNL. (Archivo de video). Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=KlCqoUzlHrE

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